La tecnología no solo cambia lo que hacemos y cómo lo hacemos, sino que cambia nuestro comportamiento e inclusive quiénes somos. De hecho, la adicción al móvil puede llegar a crear (y ya lo está haciendo) conflictos en la percepción de nuestra identidad.
Han cambiado muchas cosas que antes podrían ser extrañas o inaceptables y que ahora son normales. Si mientras estás en una reunión o una cena, alguien sacase un libro y se pusiese a leer, o colocase las cartas del correo postal que ha recibido y comenzase a abrirlas y leerlas, ¿qué pensarías? Eso es lo que hacemos con el móvil.
Índice
1. La adicción al móvil está asociado a mayores niveles de estrés
Ahora en mitad de lo que sea, de una clase, de una cena, del trabajo, son muchos los que no pueden dejar de mirar las redes, mensajes, chatear o ponerse a jugar a un juego debajo de la mesa. Sin embargo, todo esto tiene un gran coste: consecuencias profesionales y personales por el abuso de la tecnología.
Una encuesta de la Asociación Estadounidense de Psicología (American Psychological Association) descubrió que estar accesible de manera constante y permanente en un dispositivo electrónico, verificando los correos electrónicos del trabajo en su día libre, navegar continuamente por las redes sociales o responder a mensajes de texto a todas horas, está asociado con mayores niveles de estrés.
Nuestra dependencia del móvil y otras tecnologías nos aparta del presente, sin darnos cuenta huimos a otro lugar, queremos estar en todas partes, no nos queremos perder nada, y tal vez así nos perdemos todo sin ser capaces de prestar total atención a nada.
► El residuo de atención: más cansancio y menos productividad
Sophie Leroy, profesora de la Universidad de Washington, acuñó el término de Residuo de atención al efecto que ocurre cuando las personas pierden su atención o por alguna interrupción dejan una tarea sin acabar pasando a otra (viendo su rendimiento afectado). Ese desenfoque nos obliga a volver a centrar la atención, y cada vez que eso ocurre genera una fragmentación del enfoque que va dejando un «residuo de atención» lo cual genera más estrés, y cansancio.
Como si se tratase de una adicción, parece que solo podemos poner atención a lo que realmente nos interesa o «nos entretiene». Da la impresión que si existe un momento de pausa, de silencio, de falta de entretenimiento, salta la alarma al escuchar nuestros propios pensamientos y, al instante, nuestra mente huye en busca de algo interesante que calme la repentina ansiedad (por algo más que nos llene o por miedo a perdernos algo).
Nos separamos de la vida real y nos sumergimos en una virtual, huimos a una vida imaginaria, tal vez la que nos gustaría tener y ese deseo, esa comparación inconsciente, hace de nuestro presente un lugar peor del que queremos escapar.
Todos hemos visto o vivido ese momento donde una pareja se sumerge en el móvil por separado, relaciones en las que nos sentimos y estamos a solas estando juntos.
► Nomofobia: antes se decía pienso, luego existo, ahora es comparto, luego existo
La tecnología es genial, pero en demasiadas ocasiones nos lleva a vivir más alejados de la realidad, y en las relaciones de verdad, la vida es más complicada. En la vida real nos equivocamos, la cagamos, corregimos, nos caemos, nos levantamos, pedimos perdón, nos arriesgamos, tenemos ilusiones, decepciones, alegrías, abrazos, la vida es esa enorme e impredecible montaña rusa emocional.
En la virtual, desde la seguridad de la cueva donde nadie me puede ver, puedo conectarme y mostrarme al mundo como quiero ser visto, como me gustaría que fuese mi vida.
La nomofobia (miedo irracional a permanecer un intervalo de tiempo sin el teléfono móvil) es ya una realidad y antes se decía pienso, luego existo, ahora es comparto, luego existo. Desde ahí controlo, puedo editar mi vida, mostrar solo lo bello, borrar lo negativo y fingir cualquier emoción o situación perfecta, sin miedo a que descubran mis verdaderos sentimientos o cómo soy realmente, porque sino puede que descubran que me siento como un fraude.
Nos mostramos como queremos ser percibidos porque queremos gustar, intentamos impresionar porque queremos que nos admiren, queremos huir de la soledad, ser visibles, aunque en realidad estamos buscando sentirnos que somos lo suficientemente buenos y merecedores de ser queridos.
Desde la atalaya de mi móvil puedo controlar mi vida o lo que parece mi vida, puedo pensar lo que voy a decir, puedo copiar, pegar, editar, retocar y parecer mucho mejor y más interesante. Pero muchos a apenas pueden tener una buena conversación en persona, porque aparece el miedo al rechazo, a ser descubierto.
2. Recuperar las relaciones de calidad debe ser una de nuestras prioridades
¿Llegamos realmente a conocernos de forma online o cuando estamos frente a esa persona y nos miramos, nos escuchamos y nos sentimos?
Cuando nos atrevemos, cuando nos miramos a los ojos y nos sentimos, cuando somos más vulnerables y auténticos, solo entonces realmente conectamos; cuando vemos que esos miedos los tenemos todos, cuando comprendemos y nos sentimos comprendidos (y no juzgados), logramos esa necesaria conexión humana que da un mayor sentido a todo.
Hoy en día sabemos -porque la ciencia lo ha demostrado- que una de las claves de la felicidad se basa en la calidad de nuestras relaciones. Por eso, recuperar esas conexiones humanas de calidad debe ser una de nuestras prioridades.
Tenemos que mirar menos pantallas digitales, mirarnos más a los ojos y sentirnos. Así que haz esa llamada, queda, desconecta y conecta con la naturaleza, con personas de verdad para salir de tu monólogo interior.
Y si algo de todo esto te ha resonado, no dejes de leer el bestseller La vida te está esperando porque a través la historia de Sofía (un personaje que en realidad vive dentro cada uno de nosotros) profundizarás aún mucho más en alguno de estos aspectos, sobre la propia vida, sobre el despertar, sobre el sentido de la vida. Es una historia que ya ha impactado la vida de miles de personas.
Es un libro que te abre una puerta, a través de la cual puedes ver tu propia vida y tal vez comprender cosas de ti que, a lo mejor, hasta ahora no habías podido.
La verdad que creo que los adictos son los mas jovenes. pero uno como adulto debe de tener un control propio.